viernes, 30 de abril de 2010

Entre desencuentros, renuncias y chupetines.

"-Oh, las explicaciones, vos sabés... Todo es muy confuso, hermano. Ponele que eso que llamás ambición no pueda fructificar más que en la renuncia. ¿Te gusta la fórmula? No es eso, pero lo que yo quisiera decir es justamente indecible."
Sí, es indecible. Cómo explicar mi falta de estabilidad, mis renuncias crónicas, mis MALAS elecciones que se repiten y me lastiman y, que sí, que yo elijo, que elijo lastimarme.
Por qué, acaso es una suerte de flagelo indirecto, de no sentirme merecedora. Ah, merecer o no merecer, tan relativo...
Y después llega lo decible, el perdón, las culpas y disculpas. Y lo peor de todo es que no lo finjo, que siento cada una de esas palabras, que me creo mi propio discurso constructivamente destructor.
Perdoname, por favor, yo NO SÉ ELEGIR.